BIBLIOGRAFÍA DE ROSALÍA LUQUE ÁLVAREZ
En esta oportunidad vamos a entregarles un texto del libro Llave de Oro perteneciente a la bibliografía de Rosalía Luque Álvarez. Todos los detalles de su obra pueden encontrarlos en la web que realizaron los herederos de su Fraternidad Cristiana Universal desde el siguientes sitio web https://elcristoes.net/fcu/ desde donde pueden descargar todos sus libros.
Seleccionamos este mensaje de Anfión de Orozuma porque creemos que es una excelente Guía para aquellos que se encuentran en la percepción de la Idea Divina, el mismo nos brinda una excelente y elevada Enseñanza de ese maravilloso camino que siguen aquellos que sienten el Llamado Universal que la Divinidad Irradia a toda la Creación y que en estos niveles de la existencia se manifiesta con lógicas limitaciones, pero su Efecto Espiritual constituye un Poderoso Imán Iniciático para acercarse a la Llama que da Existencia y alimenta a la totalidad del Universo.
SENTID A DIOS
Que la Luz eterna de Dios ilumine vuestras inteligencias y vuestros corazones para que lleguéis a comprenderle y sentirle, tal como Él quiere ser comprendido y sentido por todos sus hijos.
El dulce ambiente de amistosa fraternidad que os envuelve me invita a esa confidencia íntima en que puedo derramar mi espíritu en los vuestros, con esa confiada seguridad que da el amor verdadero.
Allá en los lejanos tiempos en que ocupé un lugar en el concierto de los seres encarnados en este planeta, en aquel continente llamado Atlántida que hoy yace sumergido en el fondo de los mares, cuando bajo el nombre de Anfión fui monarca de pueblos numerosos, mi primer cuidado fue el de establecer un aula pública en la inmensa plaza, donde se abría frente a los muros de piedra, a los muros gi-gantescos de mi propio palacio. Y aquella tribuna, ocupada a veces por mi propia compañera, Odina, y a veces por mí, fue lámpara encendida entre las sombras densas de la ignorancia y el atraso de los hombres. Y queriendo hacerles comprender a Dios a través del pobre lenguaje humano, les hablé así:
“Figuraos un gran Sol con vida intensa e infinita inteligencia, cuyos rayos luminosos compenetran todo cuanto existe en el universo. Y que ese sol emanara constantemente y con rapidez vertiginosa chispas de luz, sustancia de su propia sustancia, vivas e inteligentes, llevando en sí mismas el germen de todo lo grande, bueno y bello que hay en aquel Divino Sol de origen; chispas que lanzadas en todas direcciones del espacio infinito son las almas destinadas a derramarse después por todos los mundos del universo como inmenso oleaje de luz, de inteligencia y de amor; chispas que en el lejano futuro llegarán a ser diminutas estrellas y más tarde, soles magníficos que interpretando a la Inteligencia Suprema se convertirán a su vez en creadores, en modeladores de otras chispas, de otras estrellas y de otros soles que irán surgiendo constante y eternamente de aquel magnífico y eterno Sol, principio y origen de toda inteligencia y de todo amor.”
De este símil puesto por mí en aquellos lejanos tiempos, surgió más tarde una idea religiosa y dogmática: el culto al Sol como único dios de los hombres; he ahí el origen de dicha creencia en los incas americanos y en los antiguos egipcios, ambas razas, restos de la Atlántida de mi época.
Lo que les dije a ellos os lo digo a vosotros ahora: dentro de la materia y en vuestra actual evolución no es posible que comprendáis a Dios de modo más perfecto, porque ni hay frases en el lenguaje humano que puedan expresarlo, ni hay comprensión en la Tierra que pueda llegar hasta Él.
Ni aún, en el mundo de los Mesías en que me encuentro, no comprendemos todavía a Dios con toda perfección y solamente llegan a comprenderle aquellos que habiendo terminado sus jornadas en los mundos materiales, se sumergen para siempre en el gran Sol, en la Eterna Luz, en aquella Esencia infinita de donde surgió todo lo que vive y a donde ha de volver en estado de perfecta luz todo lo que de Él salió. Y miles y millares de esos soles inteligentes, vívidos y fecundos al sumergirse en el gran Sol con todas sus energías y facultades desarrolladas hasta lo sumo, engrandecen por así decirlo su infinita potencialidad creadora, conservadora y vivificante, en forma tal que la mente humana es de todo punto imposible que llegue a comprender siquiera medianamente lo que es la grandeza y magnificencia de Dios.
No os esforcéis, pues, desmedidamente, en comprender a Dios tal como es, porque eso no está a vuestro alcance en la actualidad; sentidle sí a través de todo cuanto Él derrama de su amor, de su ternura, de su providencia, de su incansable solicitud para vosotros. Y así como vosotros sentís el dolor de un cabello que os arrancan de vuestra cabellera, de la misma manera Dios siente cada uno de vuestros dolores, porque vivís de Él y dentro de Él, como ese cabello vive de vosotros...Mayor cuidado y solicitud tiene vuestro Padre Celestial de cada uno de vosotros, aunque seáis en el universo menos que un cabello, que el cuidado y solicitud que tenéis para con el dedo pequeño de vuestra mano.
Si él sufre y está herido, vosotros sufrís porque es parte vuestra; entonces, ¿por qué a veces perdéis la serenidad y la calma cuando las tempestades rugen en torno de vosotros, y tembláis y vaciláis, como si no hubiera nadie que os protegiera de las grandes fuerzas del mal que os sacuden por permisión Divina, para haceros fuerte en el desarrollo espiritual y poneros en condiciones de llegar hasta Dios un día, por la comprensión y el amor?
Sentid a Dios en todo cuanto vive y vibra a vuestro alrededor, y entonces caminaréis de la mano con Francisco de Asís y con todos los que al igual que él, antes o después, han llegado a esa compenetración con la Divinidad, no tanto por la comprensión limitada y mezquina en la materia, sino por el amor, el abandono y la confianza en Dios, el olvido de sí mismo y la entrega total, amplia y generosa a su voluntad soberana, marcada bien claramente en los acontecimientos no buscados sino presentados de inesperada manera, pero tendientes todos ellos a conduciros por ese grande y luminoso camino del abandono confiado y dulce entre los brazos de Dios.
El agua clara que apaga vuestra sed, el aire fresco que respiráis, la luz que os alumbra, el pan que da vida a vuestro cuerpo, todo, abso-lutamente todo ha emanado de Dios y es parte de Dios que se da con profusa generosidad.
Así lo pensaron y lo sintieron todos aquellos que habéis llamado santos y que llegaron a esa plenitud de serenidad y de paz, mediante la convicción de que todo cuanto se agitaba en torno de ellos, todo cuanto palpitaba y vivía, eran manifestaciones de Dios en completo acercamiento y unión con cada una de sus criaturas.
No os cause extrañeza el abatimiento, el sentir vuestra propia debilidad ante las borrascas que con tanta frecuencia os azotan. Mientras más os acercáis a vuestro Maestro, más en pugna estáis con las fuerzas contrarias que luchan en porfía con la Luz, la Verdad y el Amor.
Las mismas voces airadas y maldicientes que se levantaron en mi contra, diciendo: “¿quién es éste que sale de un taller de carpintero para erigirse en Maestro de la humanidad?”, son las que se levantan en contra de vosotros para arrojaros lodo y piedra sobre vuestras vestiduras y sobre vuestras cabezas. Combatid esos des-alientos, esas angustiosas cavilaciones, esos momentos de debilidad, con vuestra firme confianza en Dios, quien pone límite a las furias de todas las tempestades, en el momento y hora que su justicia ha determinado.
Si vosotros –conforme a la palabra de vuestro Maestro–, buscáis primero su Reino, su Amor, su Verdad eterna, y le dejáis a Él el cuidado de daros, por añadidura, todo cuanto necesitáis.
Cuando hayáis llegado a este perfecto abandono en los brazos de Dios, sin que las cosas de la Tierra os causen turbación ninguna, creedme que ésa será la hora de vuestro triunfo, ésa será la hora de vuestras nupcias, de vuestro desposorio con la Divinidad. Ella no espera más que vuestras almas estén desnudas de todo egoísmo e interés personal, de todo deseo pueril y baladí, para darse a vosotros en el éxtasis supremo del amor que se da sin reservas y para siempre jamás.
Entonces será la hora de vuestro hermoso amanecer a una nueva vida, en la cual, al sentir a Dios dentro y fuera de vosotros, sentiréis casi constantemente a vuestro Maestro, cuya alianza habréis sellado con el triunfo sobre vosotros mismos, que es el mayor de todos los triunfos.
Que la Luz Eterna del Padre ilumine vuestras inteligencias y dé calor a vuestros corazones, para que, comprendiéndole cada día más, lleguéis a sentirle y amarle como Él lo exige de todas sus criaturas.
Anfión de Orozuma
Esta sublime enseñanza nos introduce en el aspecto de lo incomprensible, de aquello que, como la Idea Divina, escapa a nuestras capacidades de comprensión y no así a nuestras posibilidades de Percepción. Aun no podamos interpretar la Idea Divina en forma o palabra, podemos percibir que, Es, en el Universo, que tiene relación con nosotros, con Todo lo que existe y que ejerce una atracción hacia Si de Todo, porque Todo emanó de Ella. Como ello está relacionado a nuestra Esencia Divina, sabemos que a través de la Resonancia en Amor Divino Universal, estamos unidos a esa Realidad Incomprensible para nosotros y ello es, suficiente para que a través de nuestra Fe, ese Aspecto Divino, Que lo Es todo en el universo, pueda Iluminar y ampliar, desde lo no comprensible, nuestra consciencia.
Tanto lo macro cósmico y en Expansión Universal, como lo micro cósmico e infinitesimal, que a su vez también se encuentra en expansión a través del proceso de Sutilización, tienen puntos en común en su Constitución Esencial y en el hecho de que encierran aspectos incomprensibles para nosotros, aspectos que están íntimamente relacionados. Del punto del universo en que habitamos, percibimos humanamente una órbita especifica que, es aquello que necesitamos para nuestra experiencia. Tenemos muchos misterios que se van debelando con la Evolución y con el esfuerzo que hagamos por alcanzar el Estado de Sutileza necesario que, nos permita acceder a la Percepción de Aspectos Esenciales, que como Puntos Vibrantes iluminan nuestra consciencia hacia fronteras más cercanas a la Verdad Universal. Meditemos que todo aquello que escapa a nuestras posibilidades de comprensión, tenemos la posibilidad de Percibirlo como un Infinito y Eterno Punto que, Es, Inconmensurablemente Presente en toda Realidad Universal.